miércoles, 26 de junio de 2013

Los opuestos...

La condición de naufrago supone estar atrapado entre opuestos nefastos y agotadores.

Cuando es de día, la amplitud del mar te ciega y te asusta. 
Cuando cae la noche, la oscuridad resulta claustrofóbica. 
Cuando es de día, pasas calor y lo único que deseas es que haga frió y sueñas con helados y te hechas agua del mar encima. 
Por la noche, pasas  frió y sueñas con curries calientes y te envuelves en mantas. 
Cuando hace calor, estas sediento y deseas estar mojado. 
Cuando llueve, estas medio ahogado y deseas estar seco. 
Cuando hay comida hay demasiada y tienes que atracarte. 
Cuando no hay, realmente no hay y pasas mucha hambre. 
Cuando el mar esta en calma y no se mueve, deseas que hubieras olas. 
Cuando se alza y del circulo que te aprisiona surgen colinas, sufres de aquella peculiaridad del mar cuando esta embravecido, de la asfixia en espacios abiertos, y deseas que el mar vuelva a estar en calma. 

Los opuestos pueden ocurrir a la vez…

Hay que adaptarse para poder sobrevivir. 

Tienes que disfrutar de la felicidad cuando se da.